Dura reprimenda del Papa Francisco a Europa, el Viejo Continente
El Papa Francisco recibió en la mañana de ayer, 6 de mayo, en la Sala Regia del Palacio Apostólico del Vaticano el Premio Internacional Carlomagno 2016, como reconocimiento a su contribución a favor de la paz en todo el mundo y principalmente en Europa.
El Pontífice recibió el galardón de manos de la canciller alemana, Angela Merkel y de los presidentes de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker; del Parlamento europeo, Martin Schulz, y del Consejo de la UE, Donald Tusk, todos ganadores del Premio en ediciones anteriores. A la entrega del mismo asistieron importantes personalidades de todo el mundo y principalmente del llamado Viejo Continente, entre ellos el Rey de España, Felipe VI.
“El 6 de mayo en el Vaticano (Roma) a Su Santidad el Papa Francisco le es conferido el Premio internacional Carlomagno de Aquisgrán en tributo a su extraordinario compromiso a favor de la paz, de la comprensión y de la misericordia en una sociedad europea de valores”, dijeron en el momento de la entrega del galardón.
El Papa anunció su deseo de “ofrecer a Europa este prestigiosos premio. No hagamos un gesto celebrativo, sino aprovechemos la ocasión para desear todos juntos un impulso nuevo y audaz para este amado Continente”.
A continuación, se le entregó la medalla, que representa un antiguo sello con el emperador Carlomagno en su trono y tiene grabada la inscripción: “Premio Carlomagno de Aquisgrán 2016 Papa Francisco, Europa – una sociedad de valores”. También le fue dado un pergamino en el que se puede leer: “Que el Santo Padre nos dé el coraje y la confianza para hacer nuevamente de Europa aquel sueño que hemos osado soñar durante 60 años”.
El galardón concede también la suma simbólica de 5.000 euros. Fue creado en 1949 bajo la denominación 'Internationaler Karlpreis der Stadt Aachen', y desde 1998, 'Internationaler Karlpreis zu Aachen', se otorga desde 1950 con carácter anual a las personalidades que hayan efectuado aportaciones sobresalientes a los ámbitos político, económico y espiritual, con el fin de fomentar el entendimiento y la unidad de Europa. De esa Europa envejecida, desunida, escéptica, insolidaria, con grandes vacíos de memoria histórica, sacudida de nuevo por el fanatismo nacionalista, racista y replegada en si misma que tuvo que ser llamada a la reflexión en el durísimo discurso que el argentino universal Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, pronunció al recoger tan importante premio.
La Sala Regia del Vaticano –la misma donde se firmó el tratado que puso fin al conflicto limítrofe en el extremo fronterizo sur entre Argentina y Chile en 1984, cuando el pontífice era Juan Pablo II-, estaba repleta de líderes de la Unión Europea que forma el área económica más rica del mundo, con 14 billones de euros de PIB, más de 4,3 millones de kilómetros cuadrados de territorio, 28 países y 500 millones de habitante, fue testigo de la fuerte crítica del Santo Padre a la política europea: “[Europa] parece sentir menos suyos los muros de la casa común, apartándose del proyecto diseñado por los padres que soñaban la unidad de los pueblos del Viejo Continente, arrasados por dos guerras mundiales, y dieron vida a la Comunidad Europea con el Tratado de Roma de 1957”..
El Sumo Pontífice dijo muchas cosas a los presentes, entre los que estaba la Canciller alemana, Angela Merkel, el Rey de España, Felipe VI, y otros dirigentes europeos, pero sus palabras no parecieron ejercer el efecto deseado en los vetustos oídos de los líderes de la decadente UE.
La frase final de Francisco –premio Carlomagno 2016 por ser la “voz de la conciencia” de Europa y por su “mensaje de esperanza y coraje”–, fue: “Sueño una Europa de la cual no se pueda decir que su empeño por los derechos humanos ha sido su última utopía”. Abierto reproche por el maltrato egoísta europeo a los fugitivos y exiliados por las guerras y el hambre.
Acto completo de la entrega del premio al Papa (la transmisión comienza en el min. 7.30 y está traducida al español)
¿Qué es y qué significado tiene el Premio Carlomagno?
El origen del premio se remonta al 19 de diciembre de 1949 cuando un comerciante de la ciudad de Aquisgrán (*), Kurt Pfeiffer, que había fundado un círculo cultural con el nombre de Corona Legentium Aquensis con la intención de fomentar el diálogo entre los políticos, los científicos y los personajes culturales de toda Europa, anuncia la creación de un premio que bautiza con el nombre del emperador Carlomagno, quien en el siglo VIII había fijado su residencia en Aquisgrán.
El objetivo del Premio Carlomagno lo definió su fundador en los siguientes términos: “El premio actúa hacia el futuro y conlleva un deber de contenido sumamente ético. Se dirige, regenerado por una nueva fuerza, a la unificación de los pueblos europeos para defender los más altos valores humanos: la libertad, la humanidad y la paz, para ayudar a los pueblos oprimidos y marginados, y para asegurar el futuro de los hijos y de los nietos”.
En el año 2004, además del premio ordinario, se concedió un premio especial al papa Juan Pablo II que no se entregó en Aquisgrán, sino en la Ciudad del Vaticano. Al año siguiente, una iniciativa ciudadana intentó sin éxito retirar el premio a Henry Kissinger, quien había obtenido el galardón en 1987. Su gestión en el gobierno estadounidense fue criticada por su corresponsabilidad en el golpe de Estado contra el presidente chileno Salvador Allende en 1973.
(*) Aquisgrán, es una ciudad balneario en el distrito gubernamental de Colonia en Renania del Norte-Westfalia (Alemania). Aquisgrán era la residencia favorita de Carlomagno, y más tarde fue el lugar de coronación de los reyes alemanes.