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Una nueva brisa de esperanza pone fin a un ciclo perverso


La actitud vergonzosa de quien, hasta las 23:59:59 de ayer, fuera Jefe del Estado puso de manifiesto la inútil, absurda e innecesaria tensión política que de ninguna manera posible logrará enturbiar la asunción del nuevo Presidente de la Nación, Mauricio Macri. En todo caso la única perdedora, en tales circunstancias, es la propia Cristina Fernández de Kirchner que pudiendo haber salido a lo grande ha optado salir por la puerta trasera de la Historia.


Si lo que pretendía la ex mandataria era causar un deterioro en la imagen del nuevo presidente elegido democráticamente por los argentinos, el resultado ha sido justamente todo lo contrario. Ella es la que ha teñido su imagen de mal perdedora y ha puesto de relieve, una vez más, sus mezquinos caprichos, su intolerancia y su pretendido autoritarismo megalomaníaco y egocéntrico. En definitiva, la imagen de Cristina Fernández de Kirchner que ha transcendido ante los ojos de millones de ciudadanos argentinos y de la opinión pública mundial es la de una persona que no ha sabido, o querido, mantener la dignidad y responsabilidad del alto cargo que ocupaba, la jefatura del Estado. Y no satisfecha con ello, en su caída, ha arrastrado a algunos funcionarios salientes, acólitos imperturbables de sus actos narcisistas, que no solamente conseguirán quedar expuestos ante sí mismos, ante Argentina y la Historia sino, también, ante muchas naciones desarrolladas y democráticas del mundo libre que no logran entender políticas tan miserables y deshonrosas como las que, por irresponsabilidad de la ex mandataria, va a sufrir el traspaso de poderes presidenciales en el día de hoy.


Si lo que pretendía la presidente saliente era no entregarle personalmente los atributos presidenciales, la banda y el bastón, al nuevo Presidente de la Nación, hay que reconocer que ha conseguido sus propósitos a pesar del deterioro en la imagen, tanto en el interior como en el exterior, que está sufriendo la República que se ha visto dañada por una total falta de sentido común, de ética y de respeto a las más elementales normas que rigen en todo Estado de Derecho y democrático. En pocas palabras, Cristina Fernández de Kirchner, con su grave desprecio a la Democracia, ha insultado no solamente a Macri sino que, a su vez, lo ha hecho a los millones de argentinos que votaron libremente a quien, durante los próximos cuatro años, será la más alta Magistratura de la Nación. Pero esta incomprensible, a los ojos de muchos, actitud de la ex presidenta no ha sido improvisada sino que se ha llevado a efecto con una pérfida premeditación y con total alevosía. Así son las cosas cuando se confunden a los oponentes políticos con el enemigo. Esa es la lógica de tan perverso y delirante personaje.


Ella, acostumbrada a dirigirse a los demás a los gritos y a maltratar en público y en privado a sus oponentes, a algunos empresarios y a muchos periodistas no afines a su paranoica línea política, ha osado acusar, en un claro intento de desestabilización, a Macri de haberla maltratado telefónicamente siendo esta la pretendida excusa para no hacer acto de presencia en el Salón Blanco de la Casa Rosada. ¿Se puede llegar más lejos en las sucias intrigas maquiavélicas con las que esta mujer ha impregnado de inmundicia los cerebros de sus fanáticos acólitos? Es indudable que no. Si algo ha quedado meridianamente claro es su intolerancia y que alguien se interponga a sus caprichos, que la contradiga o que intente acotar sus quimeras narcisistas.


Pero ¿qué se puede esperar de quien se ha creído, durante ocho largos y aciagos años, la dueña del poder absoluto interponiendo sus intereses partidistas, personales o familiares por encima de los intereses colectivos de la Nación o del bien común de sus gobernados? Pocas dudas pueden haber sobre los extravíos propios de una personalidad perturbada y que ha dado orden a los suyos de ejercer una resistencia activa al gobierno del nuevo presidente, incluso antes de asumir como tal.


El resultado de toda esta sucia intriga es evidente. Como dije al principio de este artículo, Cristina Fernández, ha optado por salir por la puerta trasera de la Historia obviando el necesario sentido de la responsabilidad que cabe esperar de un mandatario político y que ha puesto en vilo a una sociedad perpleja no acostumbrada, aún después de tantos años, a los raptos ególatras de la ex presidente acostumbrada a ejercer una política de confrontación lo que ha llevado a muchos observadores internacionales a no entender lo que sucede en la Argentina de hoy.


Esperemos que esta nueva brisa de esperanza sople para todos los argentinos, los que votaron a Macri y los que no, y una luz de concordia y entendimiento deje atrás las políticas pasadas dando lugar al dialogo y al encuentro entre todos los argentinos.


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